El presente análisis no pretenden ser una explicación de los métodos del taylorismo, fordismo y toyotismo, sino una reflexión sobre del proceso del trabajo y la organización del trabajo para ilustrar un proceso enfrentado a los modelos vigentes en el momento de su implementación, que se han ido superponiendo en el tiempo como consecuencia del avance tecnológico, la forma de cambio del trabajo en aplicación.
Partiendo de las consecuencias generadas por la Revolución Industrial, las cuales se basan en el crecimiento acelerado y desorganizado de las empresas, como la necesidad de aumentar la eficiencia y la competencia de las organizaciones, con el propósito de obtener el mejor rendimiento posible de sus recursos y hacer frente a la competencia que aumentaba entre las empresas para la época, se observa que el sistema de producción estaba caracterizado por: a) Sistema de pago por piezas o tareas. b) Los patronos buscaban ganar al máximo al fijar el precio de la tarea. c) Los obreros a su vez reducían a un tercio el ritmo de producción de las máquinas, para equilibrar de tal modo el pago por piezas determinado por el patrono. Lo que conllevo a Taylor a estudiar el problema de la producción en sus mínimos detalles, comenzó su análisis a partir del trabajo del obrero, analizó la racionalización del tiempo y movimientos del trabajo; a través de las tareas de cada obrero, descomponiendo sus movimientos y procesos de trabajo para perfeccionarlos y realizarlos gradualmente, él consideraba el sistema de la administración deficiente, porque se obliga a los operarios a disminuir la productividad para proteger sus intereses; el desconocimiento de la gerencia en cuanto a las rutinas y el tiempo necesario para el trabajo, y la falta de uniformidad en las técnicas o métodos de trabajo generaban grandes problemas de producción, en virtud a esta deficiencias Taylor ideó su famoso sistema, que denominó administración científica el cual es conocido en los países de origen latino con los nombres organización científica en el trabajo y organización racional en el trabajo, aplicados para mejorar la producción, basándose en el análisis del trabajo y estudio de tiempos y movimientos; en el estudio de la fatiga humana; la división del trabajo y especialización del obrero; el diseño de cargos y tareas, el incentivos saláriales y premios por producción, el concepto de homo economicus; las condiciones ambientales de trabajo, la racionalidad trabajo y la estandarizaciòn de métodos y maquinas.
En otras palabras la Teoría Taylorista, se determinó por la estandarización de las operaciones, cuyo objetivo era sistematizar el método aparentemente más eficaz para producir, eliminando tiempos y movimientos, interrupciones y disfunciones en los puestos de trabajo. Con la aplicación de la ésta teoría se obtiene eficacia en cada operación a través de la socialización, traduciéndose esta en mayores ganancias de productividad; organizada desde arriba del proceso de aprendizaje colectivo, pues se ejerce un control riguroso sobre el número de operaciones realizadas por hora de trabajo, es decir, se limita la "ociosidad" de los trabajadores al implementar procedimientos estandarizados, que permitan el control de las operaciones de producción, los empleados deber ser ubicados científicamente en puestos de trabajos donde los materiales y las condiciones laborales sean adecuados, para que las normas puedan cumplirse y deben ser entrenados científicamente en la ejecución del servicio o tarea para perfeccionar sus aptitudes, de modo, que se cumpla la producción normal.
Al final de la década de los años veinte, se presenta en Estados Unidos una crisis de sobreproducción, presentada en un subconsumo de masas frente a la capacidad productiva real, lo que hace obligatorio efectuar ajustes que dan paso al empresa del fordismo, la cual es un modelo productivo y distributivo innovador, ya que logra generar un mercado de masas para la gran producción acumulada.
La Teoría Fondista se refiere al modo de producción en serie que llevo a la practica Henry Ford; fabricante de coches de Estados Unidos. Este sistema supone una combinación de cadenas de montaje, maquinaria especializada, altos salarios y un número elevado de trabajadores en plantilla. Este modo de producción resulta rentable siempre que el producto pueda venderse a un precio bajo. El método de producción fordista implica la combinación del taylorismo con la creciente mecanización de grandes empresas con muchas líneas productivas, asociadas con la aplicación de la cadena de montaje, la selección uniforme de los componentes y de los productos finales.
La forma de producción fondista en serie se convierte en la norma, el resultado es una mayor producción, la producción en masa, y una combinación de ganancias de productividad y de ganancias de intensidad en el trabajo, posteriormente a la Segunda Guerra Mundial la expansión de las organizaciones de producción en masa fue un éxito, generando aumento de la demanda agregada, la estabilidad de sus ambientes, produjo rígidas, pesadas, previsibles, estructuras burocrática. No obstante este modelo a fines de los años 60, empezó a erosionarse, la productividad disminuyó y el capital fijo per cápita empezó a crecer lo que entrañó una baja en los niveles de rentabilidad, el cual llegaba a su límite y consecutivamente se incorpora el toyotismo a la organización del proceso de trabajo, se encuentran algunas salidas a la inflexibilidad de la estructura burocrática de la producción en masa.
El sistema Toyota tuvo su origen en la necesidad particular de Japón de producir pequeñas cantidades de muchos modelos de productos. Por tanto el sistema que se deriva de esta necesidad es fundamentalmente competitivo en la diversificación, por su flexibilidad, en contraposición al sistema de producción en serie, refractario al cambio. La principal aportación del sistema Toyota es haber generado un sistema, una forma de organización del trabajo para lograr producir a bajos costos, volúmenes limitados de productos diferenciados.
Podríamos definir el modelo toyotista acudiendo a los siguientes puntos: 1) Eliminación de los recursos redundantes considerados como superfluos y la implantación de la producción ligera, es decir, la necesidad de menos existencias, menos espacio, menos movimiento de materiales, menos aparatos informativos, tecnologías más austeras y menos trabajadores ("fabrica mínima"). 2) El suministro just-in-time de los materiales que se van a elaborar o ensamblar, de forma que exista mayor flexibilidad con el mercado. 3) La participación de los subcontratistas. Se eligen en función de que puedan colaborar siguiendo con los criterios que establezca la empresa líder en proyectos a largo plazo. Con esto se consigue una relación de confianza y transparencia entre las partes que propician contratos a largo plazo.
La racionalización del proceso de trabajo implicó, el principio de efectivo mínimo o "fábrica mínima", que aduce a la reducción de existencias, materiales, equipos, espacios y trabajadores y se complementa con el principio de "fábrica flexible" sustentada en la flexibilidad del trabajo en la asignación de las operaciones de fabricación para lograr un flujo continuo y atención pronta a la demanda.
El Toyotismo implementa una fuerte participación de los trabajadores en decisiones relacionadas con la producción, esta polivalencia del trabajador se hace indispensable en el momento de tomar decisiones de parar el proceso de producción cuando se encuentren deficiencias graves y en la colaboración para solucionar los problemas planteados por la introducción de innovaciones tecnológicas. Lo que se consigue es un nuevo tipo de fábrica: la fábrica ligera, transparente y flexible, sus pilares son la producción en el momento preciso (just-in-time) y la autonomatización y su extensión a la autoactivación. El sistema toyotista halla un apoyo en la tecnología, clave en el proceso y la táctica de producción para obtener la superioridad competitiva, así se emplea en la calidad total o cero defectos con la implantación de mecanismos para certificar la calidad en cada momento del proceso productivo. Se flexibiliza la posición del trabajador y se crean nuevos sistemas de abastecer de materiales al puesto de trabajo.
Para concluir, se podría enfatizar que, tanto el taylorismo, el fordismo, como el toyotismo, persiguen mejorar la producción y las ganancias a través de la racionalización de los procesos de trabajo, obviamente métodos empleados son diferente, su resultado es la estructuración de un modelo que condicionó y funcionalizó el factor trabajo y algunas de sus prácticas tradicionales, fatizando valores como armonía laboral, obrero-patrón, sindicato y empresa, individuo y equipo de trabajo; en suma, el logro del objetivo básico, es decir, la armonía entre capital y trabajo.
No obstante este equilibrio logrado, a través de los años, se ve actualmente afectado con el desarrollo de la producción industrial automatizada, se está, pues, configurando un nuevo tipo de trabajador cualificado, cuya competencia va más allá de las destrezas propias de los oficios tradicionales, lo que le permite precisamente ocuparse de un conjunto más amplio de tareas y funciones, muy por encima de lo que puede ser el tipo de trabajo propio del obrero en un entorno taylorista e incluso del profesional de oficio tradicional.
Este modelo de 'separación de esferas' de competencia y de actuación es, sin embargo, cada vez menos capaz de abordar los cambios económicos, tecnológicos y organizativos del proceso del trabajo. El modelo ha podido proporcionar a unos y otros una cómoda división de responsabilidades, pero ha llevado también a adoptar posturas y planteamientos que pueden ser hoy muy negativos para la marcha de las empresas y la flexibilización laboral, sin necesidad de contar con los trabajadores y sus representantes.
De ahí precisamente que se sienta cada vez más la necesidad de superar el marco estrecho del modelo tradicional y de avanzar hacia otro tipo de relaciones industriales, donde la participación conjunta de empresa y trabajadores en cuestiones que afectan a todos sea una realidad. No es que desaparezca, obviamente, la divergencia de intereses entre capital y trabajo; pero sí cambian los planteamientos sobre cómo compaginar esos intereses en la situación actual. Y, en este contexto, cuestiones como la organización del trabajo y la cualificación de los trabajadores pueden ser abordadas desde perspectivas más positivas para todos, empresa y trabajadores, de lo que lo han sido tradicionalmente.
Partiendo de las consecuencias generadas por la Revolución Industrial, las cuales se basan en el crecimiento acelerado y desorganizado de las empresas, como la necesidad de aumentar la eficiencia y la competencia de las organizaciones, con el propósito de obtener el mejor rendimiento posible de sus recursos y hacer frente a la competencia que aumentaba entre las empresas para la época, se observa que el sistema de producción estaba caracterizado por: a) Sistema de pago por piezas o tareas. b) Los patronos buscaban ganar al máximo al fijar el precio de la tarea. c) Los obreros a su vez reducían a un tercio el ritmo de producción de las máquinas, para equilibrar de tal modo el pago por piezas determinado por el patrono. Lo que conllevo a Taylor a estudiar el problema de la producción en sus mínimos detalles, comenzó su análisis a partir del trabajo del obrero, analizó la racionalización del tiempo y movimientos del trabajo; a través de las tareas de cada obrero, descomponiendo sus movimientos y procesos de trabajo para perfeccionarlos y realizarlos gradualmente, él consideraba el sistema de la administración deficiente, porque se obliga a los operarios a disminuir la productividad para proteger sus intereses; el desconocimiento de la gerencia en cuanto a las rutinas y el tiempo necesario para el trabajo, y la falta de uniformidad en las técnicas o métodos de trabajo generaban grandes problemas de producción, en virtud a esta deficiencias Taylor ideó su famoso sistema, que denominó administración científica el cual es conocido en los países de origen latino con los nombres organización científica en el trabajo y organización racional en el trabajo, aplicados para mejorar la producción, basándose en el análisis del trabajo y estudio de tiempos y movimientos; en el estudio de la fatiga humana; la división del trabajo y especialización del obrero; el diseño de cargos y tareas, el incentivos saláriales y premios por producción, el concepto de homo economicus; las condiciones ambientales de trabajo, la racionalidad trabajo y la estandarizaciòn de métodos y maquinas.
En otras palabras la Teoría Taylorista, se determinó por la estandarización de las operaciones, cuyo objetivo era sistematizar el método aparentemente más eficaz para producir, eliminando tiempos y movimientos, interrupciones y disfunciones en los puestos de trabajo. Con la aplicación de la ésta teoría se obtiene eficacia en cada operación a través de la socialización, traduciéndose esta en mayores ganancias de productividad; organizada desde arriba del proceso de aprendizaje colectivo, pues se ejerce un control riguroso sobre el número de operaciones realizadas por hora de trabajo, es decir, se limita la "ociosidad" de los trabajadores al implementar procedimientos estandarizados, que permitan el control de las operaciones de producción, los empleados deber ser ubicados científicamente en puestos de trabajos donde los materiales y las condiciones laborales sean adecuados, para que las normas puedan cumplirse y deben ser entrenados científicamente en la ejecución del servicio o tarea para perfeccionar sus aptitudes, de modo, que se cumpla la producción normal.
Al final de la década de los años veinte, se presenta en Estados Unidos una crisis de sobreproducción, presentada en un subconsumo de masas frente a la capacidad productiva real, lo que hace obligatorio efectuar ajustes que dan paso al empresa del fordismo, la cual es un modelo productivo y distributivo innovador, ya que logra generar un mercado de masas para la gran producción acumulada.
La Teoría Fondista se refiere al modo de producción en serie que llevo a la practica Henry Ford; fabricante de coches de Estados Unidos. Este sistema supone una combinación de cadenas de montaje, maquinaria especializada, altos salarios y un número elevado de trabajadores en plantilla. Este modo de producción resulta rentable siempre que el producto pueda venderse a un precio bajo. El método de producción fordista implica la combinación del taylorismo con la creciente mecanización de grandes empresas con muchas líneas productivas, asociadas con la aplicación de la cadena de montaje, la selección uniforme de los componentes y de los productos finales.
La forma de producción fondista en serie se convierte en la norma, el resultado es una mayor producción, la producción en masa, y una combinación de ganancias de productividad y de ganancias de intensidad en el trabajo, posteriormente a la Segunda Guerra Mundial la expansión de las organizaciones de producción en masa fue un éxito, generando aumento de la demanda agregada, la estabilidad de sus ambientes, produjo rígidas, pesadas, previsibles, estructuras burocrática. No obstante este modelo a fines de los años 60, empezó a erosionarse, la productividad disminuyó y el capital fijo per cápita empezó a crecer lo que entrañó una baja en los niveles de rentabilidad, el cual llegaba a su límite y consecutivamente se incorpora el toyotismo a la organización del proceso de trabajo, se encuentran algunas salidas a la inflexibilidad de la estructura burocrática de la producción en masa.
El sistema Toyota tuvo su origen en la necesidad particular de Japón de producir pequeñas cantidades de muchos modelos de productos. Por tanto el sistema que se deriva de esta necesidad es fundamentalmente competitivo en la diversificación, por su flexibilidad, en contraposición al sistema de producción en serie, refractario al cambio. La principal aportación del sistema Toyota es haber generado un sistema, una forma de organización del trabajo para lograr producir a bajos costos, volúmenes limitados de productos diferenciados.
Podríamos definir el modelo toyotista acudiendo a los siguientes puntos: 1) Eliminación de los recursos redundantes considerados como superfluos y la implantación de la producción ligera, es decir, la necesidad de menos existencias, menos espacio, menos movimiento de materiales, menos aparatos informativos, tecnologías más austeras y menos trabajadores ("fabrica mínima"). 2) El suministro just-in-time de los materiales que se van a elaborar o ensamblar, de forma que exista mayor flexibilidad con el mercado. 3) La participación de los subcontratistas. Se eligen en función de que puedan colaborar siguiendo con los criterios que establezca la empresa líder en proyectos a largo plazo. Con esto se consigue una relación de confianza y transparencia entre las partes que propician contratos a largo plazo.
La racionalización del proceso de trabajo implicó, el principio de efectivo mínimo o "fábrica mínima", que aduce a la reducción de existencias, materiales, equipos, espacios y trabajadores y se complementa con el principio de "fábrica flexible" sustentada en la flexibilidad del trabajo en la asignación de las operaciones de fabricación para lograr un flujo continuo y atención pronta a la demanda.
El Toyotismo implementa una fuerte participación de los trabajadores en decisiones relacionadas con la producción, esta polivalencia del trabajador se hace indispensable en el momento de tomar decisiones de parar el proceso de producción cuando se encuentren deficiencias graves y en la colaboración para solucionar los problemas planteados por la introducción de innovaciones tecnológicas. Lo que se consigue es un nuevo tipo de fábrica: la fábrica ligera, transparente y flexible, sus pilares son la producción en el momento preciso (just-in-time) y la autonomatización y su extensión a la autoactivación. El sistema toyotista halla un apoyo en la tecnología, clave en el proceso y la táctica de producción para obtener la superioridad competitiva, así se emplea en la calidad total o cero defectos con la implantación de mecanismos para certificar la calidad en cada momento del proceso productivo. Se flexibiliza la posición del trabajador y se crean nuevos sistemas de abastecer de materiales al puesto de trabajo.
Para concluir, se podría enfatizar que, tanto el taylorismo, el fordismo, como el toyotismo, persiguen mejorar la producción y las ganancias a través de la racionalización de los procesos de trabajo, obviamente métodos empleados son diferente, su resultado es la estructuración de un modelo que condicionó y funcionalizó el factor trabajo y algunas de sus prácticas tradicionales, fatizando valores como armonía laboral, obrero-patrón, sindicato y empresa, individuo y equipo de trabajo; en suma, el logro del objetivo básico, es decir, la armonía entre capital y trabajo.
No obstante este equilibrio logrado, a través de los años, se ve actualmente afectado con el desarrollo de la producción industrial automatizada, se está, pues, configurando un nuevo tipo de trabajador cualificado, cuya competencia va más allá de las destrezas propias de los oficios tradicionales, lo que le permite precisamente ocuparse de un conjunto más amplio de tareas y funciones, muy por encima de lo que puede ser el tipo de trabajo propio del obrero en un entorno taylorista e incluso del profesional de oficio tradicional.
Este modelo de 'separación de esferas' de competencia y de actuación es, sin embargo, cada vez menos capaz de abordar los cambios económicos, tecnológicos y organizativos del proceso del trabajo. El modelo ha podido proporcionar a unos y otros una cómoda división de responsabilidades, pero ha llevado también a adoptar posturas y planteamientos que pueden ser hoy muy negativos para la marcha de las empresas y la flexibilización laboral, sin necesidad de contar con los trabajadores y sus representantes.
De ahí precisamente que se sienta cada vez más la necesidad de superar el marco estrecho del modelo tradicional y de avanzar hacia otro tipo de relaciones industriales, donde la participación conjunta de empresa y trabajadores en cuestiones que afectan a todos sea una realidad. No es que desaparezca, obviamente, la divergencia de intereses entre capital y trabajo; pero sí cambian los planteamientos sobre cómo compaginar esos intereses en la situación actual. Y, en este contexto, cuestiones como la organización del trabajo y la cualificación de los trabajadores pueden ser abordadas desde perspectivas más positivas para todos, empresa y trabajadores, de lo que lo han sido tradicionalmente.
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